11 de octubre de 2007

EL OTRO ENCUENTRO DE MONGE ARROYO

La noche ha ido mal. El CAI Aragón ha perdido con claridad en Ciudad Real (35-29). A mí no me ha ido mucho mejor. En este momento me encuentro en el hotel enfrentado a un ordenador portátil. Son las cosas de salir tarde del pabellón y de pegarme una hora dando vueltas por la Plaza Mayor, entre el Ayuntamiento y la fuente de Alfonso X el Sabio, sin encontrar mesón en la que acallar el sonido de mis tripas. Y es que, como alimentos que cenar me acompañan todo aquello que hallé en la nevera de la habitación del hotel: media docena de olivas verdes y un paquetito de cacahuetes que todavía no he conseguido abrir. Intentaré contaros el motivo de mi pobre cena.
La cocina del hotel cerraba a las 23.30. Al salir hacia el pabellón a las 19.30 me aseguraron que incluso llegando algo más tarde podría comer algo frío. A las 23.10 me había comunicado Coscolín desde Heraldo que la página había llegado. Inmediatamente, llamé a la emisora de taxi. Una amable telefonista me aseguró que en cinco minutos habría un vehículo en la puerta 4 del pabellón Quijote Arena. De camino hacia el taxi me topé con Óscar Monge Arroyo, un buen árbitro que ayer no estuvo afortunado (al menos para el CAI Aragón; para el Ciudad Real fue un arbitraje buenísimo…). Él hablaba por el móvil y yo corría a la carrera. Apenas cruzamos unas palabras. “¡Vaya arbitraje, amigo!”, le dije.
Ya fuera del pabellón, la espera se me hizo eterna. Tanto, que a los 10 minutos decidí volver 50 metros sobre mis pasos y entrar de nuevo al pabellón. En ese mismo instante, Monge Arroyo se disponía a salir. “Yo creo que hemos pitado bien”, me dijo, después de presentarse. Llevaba traje y se expresaba con exquisita educación. Yo no llevaba traje, pero con la misma educación le recomendé que viera el vídeo, que el tramo del minuto 13 al 25 era propio de cine de terror.
Y enumeré un ataque no pitado de Zorman, unos pasos de Chema, un penalti no señalado sobre Arrhenius… Al menos cinco errores clarísimos. Y todos a favor del mismo equipo, el Ciudad Real. El marcador pasó de 5-7 a 15-10: ahí estuvo el partido. Este otro encuentro finalizó con un apretón de manos. Espero que en el próximo encuentro con Monge Arroyo también acabemos estrechando las manos. Me gustaría que también sintiera entonces la necesidad de felicitarle, caso que ayer me sentí incapaz de articular. ¡Ah!, y que el encuentro se produzca antes, y así pueda cenar como Dios manda, y no las olivas y los cacahuetes que ahora tengo por alimento.